EL PROFETA DE LA VANGUARDIA ESPAÑOLA
Por: Néstor D. López
Reyes.
Ramón Gómez de la Serna (1888-1963) incursionó en todo
género literario. Su ánimo marcho en la
búsqueda de lo nuevo, lo cual lo llevó a tener una postura de rechazo
ante la pesada tradición española, en un momento en que su literatura abogaba el hábito de las formas acostumbradas. Al
contrario de sus contemporáneos quiebra la costumbre y se instaura como el
primer vanguardista español. En un momento, él solo es un importante modernizador
de las letras con una propuesta en el arte de vanguardia, entendida como
ruptura agresiva con los cánones del arte inmediato anterior. Así consigue
combatir el tradicionalismo, yendo en contra del flujo de la academia y de la
norma establecida.
Pretendió hacer una vanguardia donde no se veía con buenos
ojos las tendencias modernizadoras. Con algunas excepciones, donde se cuenta el
Ultraísmo, España no es un país que genere vanguardia. Ramón quiebra la
costumbre y se instaura como el primer vanguardista español. Aunque la ruptura
con los cánones no lo hacen ajeno a su propia cultura, es un español adaptado a
su momento histórico y emparentado con el contexto que le tocó. Enfocado en la
modernidad y la ruptura, no deja de lado su esencia española, su condición
peninsular.
En el momento en que Ramón pretende realizar su
aportación, la sociedad de España sufre una crisis de identidad, económica traducida
en atraso, que se ve finalmente en la guerra civil. El ambiente no es apto para
las sensibilidades artísticas. Los únicos que pueden vivir sin preocuparse y
con cierta comodidad son los burgueses. Hay que tener presente que Ramón en ese
entonces pertenecía a la clase relativamente acomodada.
En España, los puntos principales que frenan esta actitud
renovadora son en esencia: la renuencia, de parte de los artistas, a
deslindarse de su tradición; la insistencia a tomar la historia artística como
punto de partida para crear algo novedoso; la pobreza y el temor exacerbado de una
próxima guerra, o sea, la desconfianza del mismo pueblo y de cualquier
influencia externa. Esto es lo que generó un ambiente hostil y de estancamiento
que frenó la apertura cultural hacia posibilidades originales de modernización.
La política del momento está caracterizada por los constantes cambios. El
pueblo vive preocupado y amedrentado. Hay indisposición por ocuparse de las
adversidades de los demás y no se interesan en fijar su mirada en la revolución
artística que se avecina -ante esto Ramón antepone su humor-; así nos lo
describe García Nieto en una nota insertada en el trabajo de Mª de Carmen
Serrano Vázquez:
La sociedad de Madrid en estos momentos es ociosa,
insolidaria, violenta, corrompida. Junto a un ambiente europeo y refinado, en
el Madrid de estos momentos se desarrolla una mendicidad y una mortalidad
alarmantes que van configurando, en una inacabable serie de lacras sociales,
una sociedad ociosa, insolidaria y violenta en la que –como tipo
representativo- prolifera el golfo. ([García Nieto], 1991: 35)
España, arraigada a el pasado, desconfía de la tendencia
vanguardista. Rechaza la modernidad y no está en condiciones para generarla.
Ante tal actitud, Ramón posee una renuencia a dejarse engañar por el ideal
burgués de confort hipócrita. Existe
en él una evidente evasión de la realidad, aunque no sólo se ve en este
fenómeno su captación de la situación social, también está en el aprendizaje de
las letras de su momento:
La primera etapa de la vida artística y literaria de Ramón se
desarrolla en los primeros años del siglo XX. Pero España no es en Ramón el
problema ético y político que fue para los miembros de la generación del ´98, a
Ramón no le importa nada el desastre, la historia, las colonias, el sentimiento
trágico de la vida o la agonía del cristianismo: la literatura del ´98 se nutre
de la historia y la literatura de Ramón se nutre de la vida. (Serrano Vázquez,
1991, 33)
Ramón está en desacuerdo con su momento, opta por
rebelarse adoptando una posición desinteresada, anárquica, se vuelve apolítico.
No obstante, la estadía en su país es terrible. Los grupos políticos lidian -él
mismo lanza a los comunistas de su café-tertulia Pombo-, su apolitismo no puede
surgir, su revolución estética choca con el conflicto interior de su país.
En su juventud viaja a París, Italia, Portugal y América y
contempla el desarrollo de los ismos. Va a París en 1903 y 1909, el suceso le
llena de entusiasmo. Se percata de que ahí se gesta una actitud atrevida al
unísono, ésta visión da como resultado el deseo de comenzar en España un conato
de revolución, un ansia por despertar en su patria los recientes vientos
culturales (hay que recordar que la primera vanguardia es el Futurismo que data
de 1906). Así, de la pugna contra el tradicionalismo español y el arraigamiento
al convencionalismo literario y artístico, su reacción obvia es el intento de
modernización agresiva traducida en una vanguardia de rebeldía y ruptura de los
cánones.
En 1909 publica Prometeo el manifiesto futurista;
frecuenta a Picasso, Modligliani, Diego Rivera y a otros artistas plásticos.
Conoce a Picabia y Tristan Tzara. Brota su intento cosmopolita. Todo este
baraje se deposita en su conciencia para ser el introductor en España de la
vanguardia. Insubordinado ante su medio, vislumbra con ojos críticos la España
de su momento, ambiciona vigorizarla, ser el profeta que habla en tierra de
incrédulos. Aprovecha los elementos estructurales de las vanguardias, los
componentes con los que se legitimizan. Al ver que su vanguardia necesita un
medio, hace su revista Prometeo (1908) el punto de partida para realizar su
hazaña. La revista da a conocer las nuevas promesas artísticas y literarias,
tendencias, noticias sobre sucesos culturales, exposiciones, es un medio para
promover todo tipo de insurrección cultural. Ensayos tales como: El concepto
de la nueva literatura (cumplamos nuestras insurrecciones) (1909) y Primera
proclama del Pombo (1915),
funcionan como los manifiestos reputados de su vanguardia, aunque no les
otorgue el mismo apelativo. Su tertulia Pombo funciona igual que los cafés
parisinos donde se reunían los artistas a discutir, crear y establecer los
fundamentos de sus diversos movimientos. El dirigente indiscutible que lleva la
batuta es él mismo. La necesidad del líder como una más de las premisas de
legitimación está resuelta; así lo asegura Agustín Muñoz y Alonso López: “[...] la personalidad y el carácter de su
obra han llegado a justificar el establecimiento de una “generación
unipersonal” integrada exclusivamente por Ramón.” (1995: 14, 16). El
espacio de la vanguardia es la urbe; el café y tertulia del Pombo se hallaba en
el centro de Madrid. Con todos estos elementos queda claro que pretende emular
los postulados que hacen a una vanguardia legítima. Más que copia, recrear la
tendencia de la demás Europa para ir a reloj con el nuevo sentido del arte. Es
una adaptación de los componentes de la vanguardia en España.
No tuvo adeptos y conciencia de grupo, cada integrante era
un individuo en el Pombo y perseguía su propio rumbo. Sólo le hacía falta un
título que lo avale como un ismo, el Ramonismo nace en 1923. El intento de
hacer un ismo español lo logra, aunque sea unipersonal. Si bien pretende crear
una vanguardia donde era casi imposible, dio la pauta para que autores
desconocidos salieran de su mausoleo y expusieran sus inquietudes.
El mejor medio para alcanzar un estado de libertad es el
arte, esto coincide con el sentimiento general en el siglo XX, pues la impronta
de su España se traduce como imposición cultural. Ramón advierte la decadencia
de su sociedad y asume una visión transformadora del mundo, por este medio,
pretende ser un estímulo para superar los síntomas de la decadencia de la
civilización española de su momento. Todo el proceso cobra vida con éste
postulado que se impone: ser el renovador de la cultura y la modernidad de su
época. Así la literatura se convierte en un elemento de su subversión,
impulsado por esta rebeldía, se lanza en busca de una imagen diferente del
mundo, capaz de rasgar el obsoleto orden. Su proyecto de vanguardia representa
la única eventualidad de solución de la crisis de valores de comienzos de siglo
en España.
Profanador del stablishment
apocado en la tradicionalidad, nota en España la ortodoxia como símbolo de
dilación cultural en relación a la demás Europa. La única manera en que concibe
un cambio es mediante la importación de la novedad que significa actualidad y
renovación.
La importación de elementos vanguardistas será la base
para que Ramón dé forma a su creación más acertada: el Ramonismo. Importa lo que le convenga para que se traduzca en ismo,
pero comprende que no cuaja tal denominación para una cultura española que
desconfía de la insurrección cultural extranjera. Así, no exhorta a los
artistas para que conformen un grupo colectivo (recordemos que en su tertulia
se aceptan todo tipo de propuestas, originales ideas de productores que no
siguen una sola línea o criterio de creación, por ello no se les otorgó unidad
como grupo vanguardista) cuyos elementos serian parte de un establecido ismo.
Ramón prefiere optar por una noción de individualidad.
El Ramonismo no sólo es un intento por promover la
vanguardia, también posee un lado lúdico. Es evidente el hecho de que pretende
retratar la vanguardia, aunque surge como un sinónimo de independencia,
esteticismo y provocación de los caducos valores establecidos. Desde esta
perspectiva es clara su inclinación al humorismo, entendido como de burla a lo establecido. Esto se aprecia
en sus Greguerías, y en general en casi toda su producción literaria. La
definición de Ramonismo es una toma de actitud irónica respecto a su momento.
Es consciente de que una vanguardia con los postulados que demanda, no es
posible aún en su tierra natal por la inclinación al conservadorismo. Él mismo
menciona: “Hay que combatir siniestramente el espíritu anticuario que hay aun
en el fondo de los hombres y que enrancia y desorganiza tanto la vida.” (de la
Serna, 1998:71). El Ramonismo no logró acertar en el índice de las vanguardias
europeas, pero cuenta como el estilo
propio de su creador, el cual da la pauta pera que se implante la vanguardia en
España. Tal estilo aludido verá su fuerza en sus ensayos, obras, prosa y más
exclusivamente en las denominadas Greguerías.
En su actitud y extravagancia, herencia de los dadaístas, es en donde impulsa
los objetivos de provocación y persuasión para que el orbe artístico vuelva el
rostro hacia este original arte de la renovación.
La Greguería (juego léxico-lúdico cuya fórmula es:
metáfora + humor = greguería), Pombo, Prometeo y el Ramonismo, todas estas iniciativas
tienden a ver el rígido estatuto literario con menos seriedad, romper su
habitual rigidez. Con ello funda una vanguardia individual, una generación
unipersonal. Es una lucha individual, un profeta de la vanguardia. Su intento
dio un impulso temprano de lo que posteriormente sería el nacimiento de la
vanguardia española y que culminaría con la parición del Ultraismo y la Generación del ´98.
Tras de él vendrán diversos movimientos que emularán su actitud, reforzados con
su influencia:
Más justificado y oportuno es fijar la actitud del creador de
la “greguería” en el plano de las nuevas direcciones estéticas [...] tratar de
precisar la razón de su presunta influencia en la gestación del ultraísmo y sus
relaciones con este movimiento. [...] reconozcamos previamente que Ramón Gómez
de la Serna ,
puede reivindicar en todo momento, con más motivos que ningún otro de su edad,
una indiscutible prioridad vanguardista, anticipado a su época, disidente e
impar, única figura de relieve singular y de aportaciones propias [...] (de
Toro, 2001: 70-71)
Él posee una capacidad recreadora de la realidad social y
existencial que descubre y propone a través de su movimiento. Es el introductor
de la vanguardia, el innovador, el reformador de la cultura peninsular, es,
para no decir más, el vaticinador de la vanguardia en un momento en que la modernidad
era adversa y, sin embargo, marchó contra los procedimientos instituidos y con
sedición logró una apertura dentro de una tradicionalidad cerrada, aunque no
exenta de tesoros.
BIBLIOGRAFÍA:
o
Castañeda
Iturbide, Francisco. Ramonólogos, Col. Molinos de viento, México, 1989.
o
Gómez De la
Serna, Ramón. Una teoría personal del arte, Tecnos, Madrid, 1988.
o
Serrano Vázquez, María del Carmen. El humor en las
greguerías de Ramón, U. de Valladolid, Valladolid, 1991.
o Gómez de la Serna, Ramón. Antología, ed. de Agustín Muñoz y Alonso López, Bruño, Madrid, 1995.
o de Toro,
Guillermo. Literaturas europeas de
vanguardia, Renacimiento, España, 2001.
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